lunes, 28 de noviembre de 2016

USANDIZAGA RECUERDA A MARCOS ANA.



RECUERDO DE MARCOS ANA

 Me acuerdo de cuando asistí al ensayo de una de las primeras obras del grupo de teatro La Cuadra de Sevilla. Fue en París, en una sala pequeña no recuerdo de qué distrito, posiblemente en el Barrio Latino. No era un ensayo abierto: éramos amigos de algunos de los componentes del grupo, y estaban allá también otros amigos españoles Estos amigos vivían en París porque a ojos de las autoridades franquistas estaban metidos en cosas demasiado serias.  Otros, como mis amigas y yo, acudíamos como estudiantes de postgrado a los cursos de A. J. Greimas y Oswald Ducrot en la École des Hautes Études en Sciences Sociales; y, cuando nos lo permitían, porque con ellos no estábamos inscritas, a los de Julia Kristeva en Jussieu y Roland Barthes en la propia École.

 Por lo heterogéneo del grupo, usualmente no entrábamos en profundidad en los temas políticos, solo a veces, en petit comité. Pero todos sabíamos por dónde iban los tiros. Ese día, en el ensayo, en las filas de atrás, estaba sentado un hombre de porte austero, que, si la memoria no me engaña, llevaba una camisa azul gris que, dadas las circunstancias, resultaba bastante elegante. Nuestros amigos nos advirtieron con delicadeza de que podía ser que lo encontráramos algo raro, ya que había pasado la mayor parte de su vida adulta en la cárcel, y concretamente le resultaba un poco difícil hablar con las mujeres. Y eso que Marcos Ana, porque de él se trataba, hacía ya más de diez años que había salido de prisión.

 Nos asaltó un gran respeto y casi reverencia, pero al final la conversación fluyó tranquila. Me parece que en aquellas épocas nos comunicábamos con una especie de cortesía peculiar, hecha de gestos de la clandestinidad y de la soledad emocional que generaba. También recuerdo que las conversaciones oscilaban entre temas candentes y explosiones de humor entre ibérico y cosmopolita, que a veces se prolongaban por horas. De nuevo, si la memoria no me traiciona, la obra que se ensayaba era Quejío, que se representaba en París en esa primavera de 1972. El ensayo trabajaba con sonidos rítmicos de zapateo y golpes con un palo en un bidón y con el cante dramático por martinetes, tarantos y seguiriyas en medio del silencio, y pulverizaba la idea subalternizante del folklore andaluz que había propiciado el franquismo. Tanto Marcos Ana como todos nosotros escuchábamos sobrecogidos ese sonido rítmico y profundo.

domingo, 27 de noviembre de 2016

PARA DANTE CASTRO, UN REVOLUCIONARIO AGUANTAO.










  


Mi estimado, no he tenido oportunidad de conocerlo personalmente, pese a vivir en el mismo país. Sé por amigos que usted vive del cuento, quiero decir, de la narrativa. O que por lo menos con eso ha logrado usted cierta notoriedad aunque poco mercado. En este país ya se sabe, nadie vive de lo que escribe. También sé de sus posiciones izquierdistas- agua hervida de su fervor- y razón de ser de su fe revolucionaria más teológica  y cristiana de lo que usted mismo podría admitir. Más allá de eso no tengo mayor referencia suya y no es aquí donde me ponga yo a destrozar su obra si es que la tiene. Sucede que en esta maldita cosa del fb encuentro opiniones suyas sobre el recientemente desaparecido poeta Rodolfo Hinostroza que me han resultado de una indigencia moral pavorosa. Opiniones las suyas que revelan a un autor marchito en su propia mezquindad, aupado a una revolución- la que fuere- como aquella que hizo el hombre que no pudo correrse. Porque está claro que pese al Callao y  las gordas del amanecer usted no ha podido correrse. Su fondo católico no le deja. Semen retentum venenum est. Algo le quedará de eso, desde su infancia jesuítica. Por lo tanto debe usted saber  que pasar de los jesuitas a la guerrilla resulta anecdótico. Es lo que se espera del sujeto históricamente bien constituido, mire usted a Fidel. La pena es que usted no es Fidel.  Usted pertenece a ese segmento de la izquierda, el más infiltrado y penetrado por la Policía Nacional, el Apra y los servicios del papito del norte desde por lo menos el año 65. Están los archivos publicados. No veo pues, motivo de gloria  ni hazaña en pertenecer a eso.
Entonces, ¿por qué usted, que no es poeta, ni lo será nunca, se mete con la memoria de un poeta como Rodolfo Hinostroza? Métase con todos esos pajaritos que viven del cuento, narradores de ocasión y chuscos que no tienen la más puta idea de lo que es poesía. Esos que conversan en fb. Y alaban sus opiniones. 
A Juan Cristóbal, poeta que aprecio y admiro, le he aguantado sus desatinos izquierdistas respecto a Hinostroza. A usted, NO. Mi querido Dante cagante. Alighieri le aconseja que más bien se cuide de las palabras de un poeta. O de sus maldiciones.